¿Cómo es posible conocer a alguien con el que no exista distancia alguna?

Una hora y seis minutos.

Últimamente me siento maravillada con mi suerte. Abril se encuentra en el ecuador de nuestros días y compartir mis pequeños logros contigo y celebrarlos consigue que esta estación sea mucho más cálida. Hace dieciocho semanas cruzamos miradas, yo no estaba muy atenta pues estaba tarareando una canción y observando los coches cruzar la capital. Más tarde me confesarías que desde semanas antes esperabas por verme y coincidir en la parada de autobús. Me puse tan nerviosa cuando cruzamos miradas que soy incapaz de recordar quien saludó primero, supongo que fuiste tú con tu sonrisa deslumbrante.

Nunca antes lo he confesado en voz alta y eso que ocasiones ha habido. Cuando me buscaste a la salida del trabajo junto con mi chocolate favorito, cuando me despeinaste para distraer mi preocupación por el hecho de haberte dicho que no, o cuando te sorprendí con tu tarta favorita derretida.

La verdad es, Sergio, que yo también te sentí mucho antes de cruzar nuestras miradas. Cada lunes de noviembre dejaba pasar el transporte que debería coger por verte. Te sentía cerca, sonreía y bajaba la  cabeza. Dejé que el azar fuera el protagonista esta vez, escribí el final del libro con la esperanza de que fueras tú quien narrara el primer capítulo.

Setenta y cinco con cinco kilómetros.



"Por cierto, el otro día me acordé de ti en el bus. Se me vino a la cabeza esos amores de bus. Cuando cruzas tu mirada con otra persona y parece que hay conexión pero ambos seguís parados en vuestros asientos. Pensando si acercarte, si decir algo, si solo te lo estás imaginando. Pero todo acaba para siempre al llegar a la parada."

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