Una pequeña confesión.
Quería pedirte disculpas por no pensar mucho en ti. Tu recuerdo es fugaz como una estrella en una noche de verano. Cuando me permito más de dos minutos disfrutar de tu presencia me apena no haberte conocido como le hubiera gustado a ella.
Me he dado cuenta de que no somos nada, ni siquiera amigos, no estoy muy segura de si alguna vez hemos llegado a serlo. Sólo somos dos polillas que de vez en cuando se buscan desesperadamente para decir adiós de nuevo. No me importa. En realidad, me gusta eso.
Lo tengo todo en mi mente: como empecé a saber de ti, las primeras palabras, la primera vez que te vi (y como no, las siguientes), el quiero pero no puedo, la dulce nostalgia que me invadía cada vez que observaba como te alejas....
A lo mejor sí estuve enamorada de ti, o quizás solo seas ese espejismo que llegué a rozar una tarde de julio. ¿Sabes una cosa? Aún sigo siendo esa chica con miedo deseando que alguien la enseñe a tocar la guitarra.
Me he dado cuenta de que no somos nada, ni siquiera amigos, no estoy muy segura de si alguna vez hemos llegado a serlo. Sólo somos dos polillas que de vez en cuando se buscan desesperadamente para decir adiós de nuevo. No me importa. En realidad, me gusta eso.
Lo tengo todo en mi mente: como empecé a saber de ti, las primeras palabras, la primera vez que te vi (y como no, las siguientes), el quiero pero no puedo, la dulce nostalgia que me invadía cada vez que observaba como te alejas....
A lo mejor sí estuve enamorada de ti, o quizás solo seas ese espejismo que llegué a rozar una tarde de julio. ¿Sabes una cosa? Aún sigo siendo esa chica con miedo deseando que alguien la enseñe a tocar la guitarra.
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