Historia de amor.
Tanto la quería que llené su vida de complementos directos. Le regalé flores. Le escribí cientos de cartas. Le pedí un beso y a cambio le di mi vida. Le cogía la mano, le miraba los labios, le acariciaba el pelo, le rozaba la mejilla. La cogía. La miraba. La acariciaba. La rozaba.
Aquellos complementos directos, que tan tiernamente habíamos atesorado, se fueron desgastando y acabaron convirtiéndose en sujetos; cierto es que sujetos pacientes, pero sujetos al fin y al cabo: las flores fueron arrojadas a la basura; las cartas fuero destruidas; los besos olvidados; la mano fue retirada; los labios fueron cerrados; el pelo fue quemado; la mejilla fue borrada, prácticamente, por la edad.
Lo que nunca pensé que ocurriría sucedió una noche: ella había sido expulsada de mi vida.
Óscar Ayala y Carmen Marón, Tírame de la lengua.
Comentarios
Publicar un comentario