Ser o no ser.
Cuando somos pequeños nos dicen que tenemos que madurar, crecer en sí. Pero yo me pregunto: ¿cuándo llegamos a ser algo maduros? Ahora, como adultos, conducimos de rabieta en rabieta, nos ocultamos en nuestro cuarto de todo aquello que no queremos enfrentar, junto con un libro (en mi caso, mi más leal y fiel amigo, mi vía de escape; en el de otros, un modo de llenar aquellos vacíos minutos). Cuanto más pasa el tiempo, más hipócritas nos volvemos, aprendemos a fumarnos la felicidad y acudimos a nuestro pequeño mundo con más facilidad que en la niñez. Soplamos las velas con impulsos egoístas y lloramos cuando nadie nos ve por miedo a que alguien descubra nuestra frágil esperanza. Y todo esto es porque debemos de ser dueños de nosotros mismos y centro de todo el universo, pues gracias a esto podemos ser alguien.
Comentarios
Publicar un comentario