La luna tan altanera me da la espalda.

Cuando empiezo a caminar erguida, sin motivo alguno, te encuentro. Me quemas por dentro, destruyes mis venas y ahí sigues sonriente mirándome fijamente. Por raro que parezca te echo de menos, la rutina me atrapa y no me deja caminar sola. Llevo demasiado tiempo arrastras como para que me importe realmente. Poco a poco olvido el camino a casa.

Comentarios

Entradas populares