Saboreo tu piel y tú te niegas a sentir.
Parece que fue hace un instante cuando estabas tumbada, enredada en mis piernas, mojada y bañada por la luz del sol, el viento jugaba con tu pelo mientras yo te observaba. Eres preciosa, un alma libre. Hace frío y no nos importa. Beso a beso, el tiempo juega con tu sonrisa, beso a beso la luna aparece sonriente, pillándonos desprevenidos. Deberías volver a casa y aun así me acompañas montaña arriba. Después de varios intentos, conseguimos instalarnos en el pequeño hueco, entre el ábside y la torre. Las farolas cantaban buscando su atención, nosotros seguíamos acurrucados esperando. Esta vez saludamos al alba con nuestra mejor sonrisa. El paisaje era digno de un poema de Gabriel García Márquez aunque yo te miraba a ti. Hacía frío, mucho. No me dí cuenta.
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