Contigo no necesito abrigo.

Ligera me elevo hacia lo más alto, ahí estás tú sonriente esperándome. 
Me despojo de la ropa y dejo que tatúes mi piel con tu lengua. 
Tú y yo donde el vértigo chirría en los tímpanos.

Castillo de Neuschwanstein

Comentarios

Entradas populares