Dos y veinte de la mañana y los minutos siguen pasando...

Nunca me necesitas, lo sé, aunque me mires y me digas muy melosamente que tenías ganas de verme y que añorabas mis besos. No me engañas, no te engañes. Sé que alguna vez vienes a mi porque me recuerdas y quieres saborearme pero no te empeñes en mostrarme a una persona que sin saber de mi es miserable pues ambos sabemos que no es verdad. Me gustaría tener más contacto contigo pero no a larga distancia sino aquí. Disfrutar de tus rasgos en primera persona, moldear tu figura, tocar tus labios, respirarte y escuchar el sonido de tu voz, porque no te lo he dicho anteriormente pero me encanta, podría pasarme las veinticinco horas del día escuchándote y aún así no tener suficiente. Sin embargo, siendo ya sincera, cuando te tengo no te disfruto pues todo lo que echo de menos de ti son piezas con las que mi mente juega cuando no estás por lo que parte del tiempo niego su veracidad.
Ahora me río porque has decidido hacer acto de presencia cuando ya no te esperaba, así que al final acabo escuchándote para poder alargar la noche.



(.......son casi las tres.)

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