El penúltimo adiós.
La fría brisa sopla en dirección a tu recuerdo y aunque sé que me hace daño, la necesidad de saber de ti gana, empujándome a tu encuentro a las afueras del pueblo como tantas veces antes. Al observarte mirarme nervioso con ojos tristes, no puedo evitar preguntarme si te acuerdas de aquella noche nublada, en la que me susurraste que ambos éramos libres y que nunca te alejarías de mi. Sin embargo, aquí estoy, tiempo después, tumbada sobre la húmeda tierra junto a tu fantasma, y aunque todas nuestras promesas se quedaron a medias, te sigo buscando. Pero se hace tarde, así que lanzo un beso al aire imaginado que toca la comisura de tu boca y dejo junto a la placa, trece lirios, prometiendo volver pronto.
Comentarios
Publicar un comentario