Marzo lluvioso un año atrás.

Me dejo guiar por tu confianza y juntos bailamos bajo los nogales que siguen el curso del río. En estos instantes me besas y confío en el rosado que empieza a extenderse por la montaña. Nos reímos y de pronto descanso sobre tu cálido pecho.

Miento, pues la verdad es que estos días no ha parado de llover y a causa de ello el río se ha desbordado. Ya no queda nada de la senda en la que jugábamos con el tiempo, el cual nos permitía ganar siempre. Ahora una capa fría y cristalina cubre todo el lugar, me moja el corazón y poco a poco mata la esperanza de verte. 


Me quedo acompañada de los nogales desnudos que me hablan de la soledad y la luna rota, de querer perseguir los rayos del sol, inútilmente, bajo el manto estrellado. Puede que, al final, logre encontrar el sonido de tu risa y el brillo de tus ojos entre la humedad. 

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