Un paréntesis.
¡Despierta que se hace tarde!
¿Planes para hoy? Disfrutar de mí.
He decidido que ya es hora de acabar con
todos estos juegos que han empezado a marearme. Hoy hace un día perfecto para
ir a la playa, si dejas la indecisión a un lado nos da tiempo a ver amanecer.
Lo siento, me he dejado la crema solar pero no nos va a hacer falta para todo
lo que tengo en mente. Sólo te pido veinticuatro horas de tu ajetreada vida,
dejemos de una vez de ser dos extraños y perdámonos en el mar (hoy está
bastante tranquilo). Aunque si lo prefieres podemos quedarnos aquí y fingir que
estamos en una isla desierta en la que si nos adentramos en el frío mármol
podemos sufrir un ataque de un caimán.
Háblame de todos esos sueños que
abandonaste y déjame dibujártelos.
Bésame. Bésame muy fuerte, como si tu vida
dependiera de eso.
Acaricia mi pelo.
Respírame.
Siénteme.
Tócame.
Deja de pensar en cualquier consecuencia o
hecho futuro que aún no ha sucedido.
(Por cierto, me llamo Andrea ¿y tú?)
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