Hakuna Matata.
Hay bastantes momentos en los que desearía poder volver a ser un niño pequeño otra vez. Echo de menos la facilidad de abstracción de entonces, aunque hoy en día ese aspecto lo tengo bastante completo, la inocencia de los juegos, la facilidad de hacer amigos tanto con juguetes, peluches, animales o cosas que adornaban mi casa porque todos ellos han sido los confidentes de mi niñez. Sobre todo, lo que más echo en falta son aquellos abrazos que arreglaban todo, que te hacían sentirte querida y convertían esa angustia en algo pasado. Crecer es una mierda, en cuanto no estás pendiente de lo que está pasando te pierdes algo importante, vives rodeada de amigos interesados y los abrazos, sí, ayudan pero ese tipo de abrazos infinitos sólo tienes dos cada año y con mucha suerte. Pero siendo realistas no ayudan, sólo te reconfortan unos segundo hasta que la mierda vuelve a asomar. En el mundo de los adultos evadir los problemas es muy difícil, por no decir imposible, y aunque lo logres tarde o temprano te explota en la cara.
Comentarios
Publicar un comentario