Quedarse quieta o echar a correr.

Dicen que te mereces todo aquello de lo que crees ser digno. Como todo está basado en lo que creemos y no queremos creer, cada desenlace siempre depende de nuestra propia verdad. Nunca nos fiamos de la palabra del vecino y odiamos momentáneamente a todos aquellos que nos dicen lo que no queremos oír. Nos encaprichamos rápidamente para después, a los cinco minutos, perder el interés. El calor atonta la mirada pero con la caída de las hojas todo empieza a aclararse.  El frío llega y despeja la mente. 
Llamamos orgullo al temor de enfrentarnos a lo que en realidad queremos, perdiendo siempre. 

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